Estos sistemas existen, en efecto. Acerca de muchos
productos del pensamiento cabe dudar que deban considerarse como filosofía.
Pero toda duda de esta especie enmudece tratándose de otros numerosos sistemas.
Desde su primera aparición, la humanidad los ha considerado siempre como
productos filosóficos del espíritu, ha visto en ellos la esencia misma de la filosofía.
Tales sistemas son los de Platón y Aristóteles,
Descartes y Leibniz, Kant y Hegel. Si profundizamos en ellos, hallamos ciertos
rasgos esenciales comunes, a pesar de todas las diferencias que presentan. Encontramos
en todos ellos una tendencia a la universalidad, una orientación hacia la
totalidad de los objetos en contraste con la actitud del especialista, cuya
mirada se dirige siempre a un sector mayor o menor de la totalidad de los
objetos del conocimiento, hallamos aquí un punto de vista universal o que
abarca la totalidad de las cosas. Dichos sistemas presentan, pues, el carácter
de la universalidad. A este se añade un segundo rasgo esencial común: la
actitud del filósofo ante la totalidad de los objetos es una actitud
intelectual, una actitud de pensamiento. El filósofo trata de conocer, de
saber. Es por esencia un espíritu cognoscente. Como notas esenciales de toda
filosofía se presentan, según esto: 1. La orientación hacia la totalidad de los
objetos; 2. El carácter racional, cognoscitivo, de esta orientación.
Bibliografía:
Hessen Juan, teoría del conocimiento, libro de edición popular, paginas 11,12,13,14,15,
16, 17,18, 19, - Documento utilizado con fines académicos