Este
hecho de que el conocimiento no sea todavía un problema para el dogmatismo descansa
en una noción deficiente de la esencia del conocimiento. El contacto entre el sujeto y el objeto no puede parecer problemático a quien no ve que el conocimiento
representa una relación. Y esto es lo que le sucede al dogmatico. No ve que el
conocimiento es por esencia una relación
entre el sujeto y un objeto. Cree, por el contrario, que los objetos del
conocimiento nos son dados absolutamente y no meramente por obra de la función
intermediaria del conocimiento. El dogmatico no ve esta función, y esto pasa, no
solo en el terreno de la percepción, sino también en el pensamiento. Según la
concepción del dogmatismo, los objetos de la percepción y los objetos del pensamiento
nos son dados de la misma manera: directamente en su corporeidad. En el primer
caso se pasa por alto la percepción misma, mediante la cual, únicamente, no son
dados determinados objetos; en el segundo, la función del pensamiento. Y lo
mismo sucede respecto al conocimiento de los valores. También los valores existen,
pura y simplemente, para el dogmatico. El hecho de que todos los valores
suponen una conciencia valorante, permanece tan desconocido para el como el de
que todos los objetos los objetos del conocimiento implican una conciencia cognoscente.
El dogmatismo pasa por alto, lo mismo en caso que en otro, el sujeto y su
función.
Bibliografía: Hessen Juan, teoría
del conocimiento, libro de edición popular, paginas 46, 47,48 - Documento
utilizado con fines académicos