martes, 18 de octubre de 2011

EL ASOMBRO Y LA INTERROGACIÓN

Desde cuando el hombre primitivo logro asegurar su supervivencia en un mundo hostil, tuvo tiempo y disposición para reflexionar y hacerse muchas preguntas a nivel personal y grupal.

Pero fue ante todo en el trabajo (por medio del cual fue dominando lentamente su entorno), donde el hombre reflexiono, planteo y busco respuestas a sus propias necesidades.

Todo ser humano, en condiciones normales, desde los primeros años de existencia, al captar y observar desprevenidamente el ambiente que lo rodea inicia un proceso maravilloso de interrogación que se prolonga a lo largo de toda su vida. Mientras haya vida, habrá preguntas.

En otros términos, el hombre es un ser que se distingue de los animales superiores porque conoce racionalmente, reflexiona, es inquieto, curioso, insatisfecho, deseoso de progresar y ante todo, capaz de admirarse y de impresionarse por toda clase de acontecimientos.

En la naturaleza que lo rodea, el esplendor de un atardecer o de un cielo estrellado, lo imponente de una tempestad, una inundación , los terremotos, la explosión de un volcán o un ciclón.

En su propia persona y en la de los demás de su grupo humano o de la sociedad: el nacimiento de su hijo, las atrocidades de las matanzas de los hombres entre sí, el encanto de una mujer hermosa, los logros y avances del hombre a través del trabajo, las maravillas de la música y el canto, la profunda angustia ante la muerte de un ser querido.

Inmerso en este mundo. Terrible y maravilloso, solo o con otros, el hombre siempre ha planteado preguntas de diversa índole. Una manera de clasificarlas provisionalmente puede ser la siguiente:

Preguntas espontaneas, pasajeras y que responden a la simple curiosidad.

Preguntas que responden a un profundo interés, a apremiantes necesidades de orden teórico, abstracto o empírico, concreto e inmediato.

Es importante tener en cuenta que en la experiencia concreta, las preguntas no suelen presentarse de una manera ordenada y organizada. En esta se da una infinita variedad según las personas, su propia satisfacción, su estado de ánimo, el grado de necesidades, etc.

Muchas preguntas responden a necesidades, con frecuencias apremiantes, que exigen una respuesta y una solución. Por consiguiente, es necesario que la respuesta se dé no solamente en el orden del conocimiento o de las ideas, sino también de la acción o de los hechos.
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Bibliografía

Biermann Enrique, metodología de la investigación y del trabajo científico, Unidad Universitaria del Sur de Bogotá, Unisur, 1990, varias páginas.