La teoría del
conocimiento
es, como su nombre lo indica, una teoría, esto es, una explicación o interpretación filosófica
del conocimiento humano. Pero antes
de filosofar sobre un objeto es menester examinar escrupulosamente este objeto.
Una exacta observación y descripción del objeto debe preceder a toda
explicación e interpretación. Hace falta pues, en nuestro caso, observar con
rigor y describir con exactitud lo que llamamos conocimiento, este peculiar fenómeno de conciencia. Hagámoslo
tratando de aprehender los rasgos esenciales generales de este fenómeno, mediante la auto
reflexión sobre lo que vivimos cuando hablamos del conocimiento. Este método se
llama el fenomenológico, a diferencia del psicológico. Mientras este ultimo investiga los procesos psíquicos concretos
en su curso regular y su conexión con otros procesos, el primero aspira a
aprehender la esencia general en el fenómeno concreto. En nuestro caso no describirá
un proceso de conocimiento determinado, no tratara de establecer lo que es
propio de un conocimiento determinado, sino lo que es esencial a todo conocimiento,
en qué consiste su estructura general.
Si empleamos este método, el fenómeno del conocimiento se
nos presenta en sus rasgos fundamentales
de la manera siguiente:
En el conocimiento se halla frente a frente la conciencia y el objeto, el sujeto y el objeto.
El conocimiento se presenta como una relación entre estos dos miembros, que
permanecen en ella eternamente separados el uno del otro. El dualismo de sujeto
y objeto permanece a la esencia del conocimiento.
La relación entre los dos miembros es a la vez una
correlación. El sujeto solo es sujeto para el objeto y el objeto solo es objeto
para el objeto. Ambos solo son lo que son en cuanto en cuanto son para el otro.
Pero esta correlación no es reversible. Ser sujeto es algo completamente
distinto que ser objeto. La función del sujeto consiste en aprehender el objeto,
la del objeto en ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.
Vista desde el sujeto,
esta aprehensión se presenta como una salida del sujeto fuera de su propia
esfera, una invasión en la esfera del objeto y una captura de las propiedades
de este. El objeto no es arrastrado, empero, dentro de la esfera del sujeto,
sino que permanece trascendente a él. No
en el objeto, sino en el sujeto, cambia algo por obra de la función de conocimiento.
En el sujeto surge una cosa que contiene las propiedades del objeto, surge una “imagen”
del objeto.
Bibliografía
Documento utilizado con fines
académicos
Hessen Juan, teoría del conocimiento, libro de edición
popular.
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