La teoría del
conocimiento es una disciplina filosófica. Para definir su posición en el todo,
que es la filosofía, necesitamos
partir de una definición esencial de esta. Pero ¿cómo llegar a esta definición? ¿Qué método debemos emplear para definir la esencia de la filosofía?
Se podría intentar, ante todo, obtener una definición
esencial de la filosofía partiendo
de la significación de la palabra. La palabra filosofía procede de la lengua griega y vale tanto como amor a la sabiduría, o lo que quiere
decir lo mismo, deseo de saber, de
conocimiento. Es palmario que esta significación etimología de la palabra filosofía es demasiado general para
extraer de ella una definición esencial. Es menester evidentemente elegir otro
método.
Podría pensarse en recoger las distintas definiciones
esenciales que los filósofos han dado de la filosofía en el curso de la historia y, comparándolas unas con
otras, obtener una definición exhaustiva. Pero tampoco este procedimiento
conduce al fin buscado. Las definiciones esenciales que encontramos en la
historia de la filosofía discrepan
tanto, muchas veces, unas de otras, que parece completamente imposible extraer
de ellas una definición esencial unitaria de la filosofía. Compararse, por ejemplo, la definición de la filosofía que dan Platón y Aristóteles –
que definen la filosofía como la
ciencia pura y simplemente con la definición de los estoicos y de los epicúreos,
para quienes la filosofía es una
aspiración a la virtud o a la felicidad, respectivamente. O compararse la
definición que en la edad moderna da de la filosofía Cristian Wolff – Que la
define como scientia possibilium,
quatenus esse possunt – Con la definición que da Federico Uberweg en su conocido tratado de historia de la filosofía , según el cual la filosofía es
: “La ciencia de los principios” . Tales
divergencias hacen vano el intento de encontrar por este camino una definición
esencial de la filosofía. A tal definición solo se llega, pues, prescindiendo
de dichas definiciones y encarándose con el contenido histórico de la filosofía
misma. Este contenido nos da el material de que podemos sacar el concepto
esencial en la filosofía. Ha sido Guillermo
Dilthey el que ha empleado por primera vez este método, en su ensayo sobre la esencia de la filosofía. Aquí le seguiremos,
con cierta libertad, sin embargo, a la vez, desarrollar sus pensamientos.
Pero el procedimiento que acabamos de señalar parece
destinado al fracaso, porque tropieza con una dificultad de principio. Se trata
de extraer del contenido histórico de la filosofía el concepto de su esencia. Más
para poder hablar de un contenido histórico de la filosofía necesitamos –
parece – poseer ya un concepto de la filosofía. Necesitamos saber lo que es la
filosofía, para sacar su concepto de los hechos. En la definición esencial de
la filosofía, dada la forma en que queremos obtenerla, parece haber, pues, un circulo;
este procedimiento parece, entonces, por esta dificultad, condenado al fracaso.
Sin embargo, no es así. La dificultad señalada desaparece
si se piensa que no partimos de un concepto definido de la filosofía, sino de
la representación general que toda persona culta tiene de ella como indica Dilthey: “Lo primero que debemos
intentar es descubrir un contenido objetivo común en todos aquellos sistemas a
la vista de los cuales se forma la representación general de la filosofía”
Estos sistemas existen, en efecto. Acerca de muchos
productos del pensamiento cabe dudar que deban considerarse como filosofía.
Pero toda duda de esta especie enmudece tratándose de otros numerosos sistemas.
Desde su primera aparición, la humanidad los ha considerado siempre como
productos filosóficos del espíritu, ha visto en ellos la esencia misma de la filosofía.
Tales sistemas son los de Platón y Aristóteles, Descartes y Leibniz, Kant y
Hegel. Si profundizamos en ellos, hallamos ciertos rasgos esenciales comunes, a
pesar de todas las diferencias que presentan. Encontramos en todos ellos una
tendencia a la universalidad, una orientación hacia la totalidad de los objetos
en contraste con la actitud del especialista, cuya mirada se dirige siempre a
un sector mayor o menor de la totalidad de los objetos del conocimiento,
hallamos aquí un punto de vista universal o que abarca la totalidad de las
cosas. Dichos sistemas presentan, pues, el carácter de la universalidad. A este
se añade un segundo rasgo esencial común: la actitud del filósofo ante la
totalidad de los objetos es una actitud intelectual, una actitud de
pensamiento. El filósofo trata de conocer, de saber. Es por esencia un espíritu
cognoscente. Como notas esenciales de toda filosofía se presentan, según esto:
1. La orientación hacia la totalidad de los objetos; 2. El carácter racional,
cognoscitivo, de esta orientación.